sábado, 30 de abril de 2011

Normita

En esta foto es mi cumple número dos, junto con mi hermano y su gigante pastel de tres pisos en su tercer otoño. Recuerdo que ese día él recibió más regalos que yo pero, bueno, fui feliz porque había para tomar barrilitos de todos los sabores, eran los refrescos que más me gustaban, a cada sorbo parecían no terminarse.

Junto a mí está mi abuela. Desde que recuerdo siempre traía su hábito de la Virgen del Carmen y hubo un momento en el que creí que ella era la Virgen y que además era mi abuelita... eso fue increíble pero después, cuando al ir a la misa vi a otras señoras con la misma vestimenta, le pregunté a mi mamá que si había muchas Vírgenes por toda la iglesia, y me dijo que no, que era una vestimenta que acostumbraban ponerse, y yo creí que era alguna moda. En fin…

Escogí esta foto con mi abue porque es la única que tengo con ella, la única en mi álbum, pues no tuvimos la oportunidad de tomarnos más. Además de que hace un año fue su partida de este mundo terrenal, es muy significativa y apreciada por mí. Tendría que agregar que cuando hablo de mi infancia la primer imagen que viene a mi mente es mi abue, porque cada fin de semana la visitábamos y pasaba todo el día divirtiéndome con su gran jardín, que a veces me parecía una selva interminable.


Yo era una niña traviesa, risueña y de cabello corto; bueno, demasiado corto, tanto que parecía niño, de no ser por mis aretes hubiera pasado desapercibida entre los demás niños. Gracias a mi hermano aprendí la mayoría de los juegos de niños; a decir verdad, casi no me gustaban los juegos de niñas: me gustaban los carritos, hacer carreteras con pedazos de madera, jugar yoyo y los famosos “cancos” con los trompos. A partir de los tres años mi hermano y yo éramos compañeros inseparables de juegos. Y lo fuimos hasta la secundaria…

Recuerdo mi infancia con mucho cariño y siempre con una lluvia de risas, porque mi infancia fue una de las etapas más dulces y serenas. ¡Ha! Extraño los juegos, los dulces y los domingos con mi abuelita y su interminable jardín.

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