En la foto, el papá de Gaby con el hijo de ella, Aleks,
en su más reciente visita al parque, cuando lo llevó en caballito.
* * *
Mi papá me enseñó todo lo importante que uno tiene que saber de la vida: jugar a las canicas, al trompo, andar en bici, patinar, a pelear y a comer sabritas.
Mi papá me contó como diez mil historias de fantasmas, muchas de las cuales seguramente podría utilizar para la materia de Tradición oral o como se llame…
Mi papá me platicó cómo era la ciudad antes de que yo estuviera y siempre inventó detalles que la hacían lucir más atractiva de lo que en realidad era.
Mi papá me aseguró que un alto porcentaje de la población femenina era bruja y hasta me quiso enseñar a detectarlas.
Mi papá me llevó en bici a la escuela cada mañana (a veces también me dejaba caer y me inventaba historias de mi transplante de pierna)
Mi papá me dibujó a los personajes de la revolución para que los paseara por la escuela, me ayudó a hacer mis células en plastilina y a aprenderme las efemérides para los lunes de honores a la bandera.
Mi papá me hizo silloncitos con latas de atún, juguetes con madera, vestuarios para festivales con retazos de tela…
Mi papá me cuidó antes de que pudiera decirle papá, me abrazó el millón de veces que necesité abrazos, me ayudó siempre que pudo y cuando no pudo siempre lo intentó.
Seguramente lo seguirá intentando, aunque creo que ya me toca a mi ayudarle.
Hace unos meses no me hubiera imaginado verlo así… ojalá de verdad existiera el transplante de pierna que una vez me inventó.
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