
Mi nombre es María Ernestina, el mismo que tiene mi mamá, y mi infancia fue la más feliz que pude haber tenido, lo cual agradezco infinitamente a mis padres, hermanos y primos; vivíamos en un fraccionamiento alejado de la ciudad de México, por lo que disfrutábamos del silencio, y de jugar en la calle sin peligro de ser atropellados. Confieso que torturé insectos, e hicimos alguna que otra travesura a las casas de los vecinos, pero nos divertíamos todo el tiempo y, tal y como me ven en la fotografía, yo adoraba los columpios. Mi infancia estuvo llena de juegos, aventuras, risas y sueños, yo creía en fantasmas, brujas, duendes, y tiburones silvestres. Ahora, pienso que uno de mis grandes tesoros es recordar mi infancia con esa misma sonrisa que tengo en la foto.
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